miércoles , 1 mayo, 2024
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¿Por qué siempre tenemos espacio para el postre?
Postres y Panes

¿Por qué siempre tenemos espacio para el postre?

No importa qué tan llenos estemos después de una suculenta comida, siempre tendremos un rinconcito para un poco de dulce. Esto es lo que se conoce como “estómago de postre”. Se dice que el adulto promedio piensa consciente o inconscientemente en postre cada siete minutos. No sé si esto es verdad, pero lo que sí es verídico es que el cuerpo humano se ha adaptado para consumir comidas con un alto contenido de calorías.

El azúcar estimula un reflejo que expande el estómago. El estómago es un órgano flexible que cuando se ingiere un alto volumen de comida, se relaja haciendo así espacio para más comida. La sensación de llenura está relacionada con la presión dentro del estómago que a su vez está ligada a la cantidad que se expande el estómago para recibir la comida.

La sensación de saciedad se manifiesta una vez el estómago sobrepasa cierto límite de expansión de sus paredes. En ese momento impulsos nerviosos y mensajes químicos son enviados al cerebro que instruye al cuerpo para dejar de comer.
Aparentemente existen tres factores que desencadenan el reflejo de relajación del estómago. Primero, la apariencia, el aroma, el masticar y el tragar de los alimentos. Segundo, la presión que ejerce la comida ingerida en las paredes del estómago. Tercero, la manera como el duodeno categoriza la comida ingerida. El azúcar estimula el reflejo de la relajación reduciendo así la presión en el estómago y la sensación de llenura.

El otro sistema que controla la cantidad de alimentos que ingerimos es bastante complejo y se encuentra en el cerebro. Este controla nuestra motivación y el placer que nos proporcionan los alimentos. Los dos sistemas están en continua comunicación y han existido en armonía por miles de años, en un ambiente donde el consumo de alimentos sin alto contenido de calorías había sido la norma.

Hoy en día estamos rodeados de postres y comida chatarra llenos de calorías, creando un desbalance entre los dos sistemas donde la sensación de llenura no está en capacidad de anular la poderosa sensación de placer enviada por el cerebro. El problema es que no sabemos cuándo parar de comer dulce. El tatequieto que nos obliga a dejar de consumir carbohidratos, dulce en este caso, se encuentra más abajo del estómago, en la parte inferior del intestino delgado. Mientras que el freno para dejar de comer grasas, se encuentra en la parte superior del sistema digestivo, obteniendo así una respuesta más rápida al exceso de consumo de grasas. La saciedad por grasas se siente más pronto que la saciedad por dulce.

¿Qué podemos hacer para controlar las ansias de comer más? Existen varias estrategias, pero ninguna es infalible. Todas coinciden que lo mejor es el autocontrol. Por ejemplo, una nieta del famoso revolucionario León Trotsky, la Dra. Volkow, dice que la comida puede ser adictiva tanto como las drogas, el cigarrillo y el alcohol. La mejor estrategia para dejar de consumir azúcar, dice la investigadora, es enviar mensajes al cerebro diciéndole no al consumo de dulce. Estos mensajes conscientes y previos al consumo de dulce son más eficientes que dejar al cerebro actuar por sí solo.

Existe otra opción y en mi caso que soy dulcero la prefiero. Esta opción es la de ingerir un poco de dulce para calmar las ansias. Una probadita puede ser más reconfortante y menos estresante a la de no probar nada absolutamente. Sin embargo, el balance perfecto entre la abstención total de azúcar e ingerir poco de algo muy bueno, es bastante difícil de alcanzar.

Cuando me puse en la tarea de investigar para escribir este artículo, estuve motivado y en algún momento creí que iba a encontrar la solución a la maldición del dulce. Sin embargo, encontré que siempre va a haber espacio para un poco más…

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