¿Qué tal unos frijolitos verdes de la abuela?

Por: Programa de Gastronomía – Andrés Gustavo Cardozzo – Estudiante Colegio Mayor de Antioquia – fac.administracion@colmayor.edu.co

Los fríjoles verdes son buena fuente de energía, proteínas y grasas saludables que el cuerpo necesita diariamente. Por su aporte de fibra, vitaminas y minerales ayudan al cuerpo a eliminar sustancias tóxicas y retardar el proceso de envejecimiento permitiendo llevar una alimentación balanceada. El fríjol en Antioquia es tradicional desde épocas precolombinas, desde nuestros campesinos hasta las familias más reconocidas de Antioquia los consumen.

Desde siempre se ha recomendado mantener una alimentación variada que resulte agradable al paladar y represente beneficios para el organismo. Los productos naturales como granos y leguminosas tienen un papel protagónico en una alimentación sana. Los fríjoles verdes hacen parte de este grupo y son una opción deliciosa y saludable tanto para niños como para adultos.

Cuando se habla de fríjoles verdes el comensal se transporta a los recuerdos de la abuela y la vida familiar. Se compartían momentos especiales cuando se encendía el fogón de leña y en el mismo aceite donde se freía el chicharrón se fritaban las tajadas de maduro y se sacaba una cucharada de este aceite para hacer el hogao. Todos estos, acompañantes infaltables y complemento de los fríjoles. Eran épocas de familias grandes, de muchos hijos y parientes que compartían la mesa. Los fríjoles no podían faltar a cualquier hora del día.

Los fríjoles verdes son una tradición que se ha venido perdiendo en nuestra cocina y aunque son sencillos de preparar, es un plato que es difícil de conseguir en restaurantes y por lo general ha sido reemplazado por los fríjoles secos que no tienen el mismo sabor y el encanto de esa cocina campesina que tanto identifica la gastronomía popular. Los fríjoles verdes se distinguen de los secos en que llevan papa y quedan menos espesos, además de que no necesitan remojarse con anticipación.

Los fríjoles verdes son fáciles de elaborar. Para ello basta con “pitarlos” en la olla presión por 30 minutos, con suficiente agua. Luego se le agrega el aliño licuado, compuesto de cebolla de rama, cilantro, pimentón y ajo, las papas y el hogao, así como el caldo de gallina que no falta en la cocina de nuestras abuelas. Posteriormente se adiciona la sal y se dejan calar. Según el gusto del comensal se les puede agregar pezuña o tocino, lo que en Antioquia se conoce como “garra”. También puede llevar coles. Otra variación deliciosa es agregarle masitas de chócolo que dan un sabor muy especial.