¡Es que a mi mamá le queda tan rico! o “para qué pagar, si eso lo hace mi mamá tan bueno”; pero a su vez podemos encontrar frases en favor de los restaurantes, “en ese restaurante se cocina delicioso” o “yo pagaría lo que fuera por ese plato”.

¡Es que a mi mamá le queda tan rico! o “para qué pagar, si eso lo hace mi mamá tan bueno”; pero a su vez podemos encontrar frases en favor de los restaurantes, “en ese restaurante se cocina delicioso” o “yo pagaría lo que fuera por ese plato”. En el mundo de la gastronomía se ha escuchado siempre el dilema de si es mejor la comida de mamá o el restaurante; es un dilema difícil de resolver.

En el restaurante se encuentra el arte del comer, un conocimiento profundo de los alimentos y una forma de socialización con las personas, es sentirse único y atendido; es el profesionalismo y la responsabilidad de un cocinero ante el comensal. Todas estas interacciones y algunas más llevan a que cuando alguien se sienta en la mesa de un restaurante, mediante una carta o menú se puede decidir por sí mismo que se quiere experimentar; desde lo más desconocido a lo más tradicional sólo por el antojo de saborear y consentir el paladar. En este caso el alimento toma un poder social y de recuerdo para tu paladar, logrando tocar las mejores notas gustativas.

La mamá por su parte tiene un significado profundo para el ser humano, es amiga, confidente, educadora y protectora. En ella tiene mil cosas por hacer, lavar la casa, aplanchar, mercar, entre muchas cosas,pero siempre tiene entre sus prioridades la cocina, no hay quien no haya escuchado que diga “tengo que levantarme a despachar desayuno”, o “voy a montar el almuerzo”. La mamá no es una profesional de la cocina, no ha estudiado y no tiene conocimiento técnico de los ingredientes, pero este empirismo no le quita el estatus de gran cocinera; pues ella conoce el ingrediente más importante de toda la cocina, el amor. Cuando se come en la casa de mamá se hace con el corazón y la mente, esta última en base al recuerdo; pues es allí donde se anida, ese sabor particular como el de los fríjoles, el sudado o esas maravillosas sopas que tanto reconfortan. Es comida que cuando se consume de adulto trasporta a esa época de la niñez que con un solo bocado rememora sabores, colores, olores y momentos que transmiten felicidad.

Es difícil definir dónde se encuentra mejor comida pero es indudable que la cocina de mamá tiene un lugar en el corazón ya que se consume con amor, recuerdos y felicidad.

Por:  Programa de Gastronomía – Carlos Mauricio Medina G. – Docente Colegio Mayor de Antioquia – carlos.gaviria@colmayor.edu.co